Todos asistimos a reuniones de trabajo donde, en teoría, sabemos de que vamos a hablar, y donde se trata de ver puntos de vista sobre el tema o temas que se pongan en la mesa. La realidad habitual suele ser otra, mucha gente, sin concretar temas a tratar, donde todo el mundo interviene en todo, un barullo. El festival de la opinión infundada. Una experiencia reciente me permitió valorar el coste de una reunión, por además, donde no se tomaron decisiones a ejecutar. Asistimos doce personas, seniors, estuvimos tres horas y ni hubo acta o toma de decisiones por escrito ni nada. Resumiendo, treinta y seis horas de un coste medio de noventa euros por hora, que hacen un total de tres mil doscientas cuarenta euros. Mucha pasta y poca salsa. Hace falta gente como Eva Cantavella, y que la gente lo lea y lo aplique.